Por cosas de la carrera, los viajes es pan de cada día en la rutina del estudiante de Biología, en unos de esos viajes, me encontraba en el Parque Nacional Natural Tayrona, específicamente en Arrecifes, y la verdad sea dicha en vez de ir a realizar la actividades académicas planeadas para esa salida, nos dedicamos fue a hacer de todo menos a trabajar. En acuerdo con unos compañeros decidimos aprovechar la salida para relajarnos del estrés que la universidad y la rutina en la ciudad nos tienen tan acostumbrados y para ello nos dispusimos a explorar todo el parque, claro esta en el tiempo que tuviésemos disponible, y para lograr tal travesía, llevamos un surtido de aperitivos que ayudan a envalentonar, por mi lado llevaba una porquería de trago llamado Cañazo, bastante cutre y nada agradable al paladar, pero hey!!! Por 4 lucas la pipona, esa promoción no la podía desaprovechar, en cambio mis amigos esos si que tenían un festín, con toda clase de cannabis habidos y por haber, eso traían, que la punto rojo, que la criolla, que la de la sierra, la creepy…. Cuando hablaban parecían que fueran egresados de la universidad de la bareta, y allí me encontraba aferrado a un marlboro y sorbiendo el trago amargo, reflexionando viendo una playa tranquila sin oleajes, tal calma antes de la tormenta, y yo no me esperaba para nada lo que se vendría.
En medio de la bartola que se traían, la que les cayo fue caminar hasta Pueblito a pesar de mi protesta justificada por la hora, esto se debía a que ya no daba tiempo para coger para la atracción turística, era mas o menos al paso mío como 4 horas de ida y 4 mas de regreso y ya era muy tarde para arrancar para Pueblito, a la final se decidieron ir y no quise quedar como falton. Como a las 2 horas de camino y con la lengua afuera, pero era mas el hambre que la sed, que literalmente venia masticando el tabaco de los cigarrillos que traía, el camino era insoportable, pero estos manes si iban con toda, lógico ellos no venían mamando trago ni echando humo como locomotora, solo un silencio nos acompañaba, y al dar la espalda la vista era preciosa, al regresar la mirada, un indígena cuya etnia no reconozco estaba al frente mío, le pedí el favor que me brindara un poco de agua y muy amablemente atendió mi pedido. En ese tiempo hablamos un rato y note que la boca la tenia como blancuzca por una sustancia desagradable a la vista y que evitaba mirar, pero no podía hacerlo, en esas le dije si tenia algo que me vendiese para comer y se ofendió me dijo que si tenia hambre nada mas le dijera y que me brindaba de su ración sin precio alguno, cuando de repente saca de su mochila, una especie de cocada, parecida a las que venden en los buses de maní y ajonjolí, al dármela no comí de nada y ñam,ñam,ñam le di viaje, a mis amigos que también les había caído la que tronco de rarra y también se sumaron al festín. Realmente no era la gran cosa, literalmente era masticar hojas, pero el hambre era tanta que para engañar al estomago, lo que sea, de repente caímos en cuenta que teníamos que agradecer al indígena, pero este misteriosamente ya se había ido.
Al llegar a Pueblito, de verdad no me pareció la gran cosa, pero era que no estaba concentrado, empecé a perder los cabales, me dieron ganas de vomitar, y tragaba sorbetones de ron para evitarlos, los sonidos iban y venían, sentía que todos me miraban y señalaban, algo raro estaba pasando, las ganas de vomitar no la podia evitar, los ojos me lagrimeaban a la vez que pensaba que era lo que ese indio hijueputa me había dado, la paranoia se apodero de mi “será que ese indio, pertenece a un cartel de trafico de órganos y me drogo para quitarme el riñón, los ojos…todo” o “me ira a vender a unos trastornados con sida para que me violen y quien sabe que degradaciones mas, me harían victima”. Uno de mis amigos me levanto y también lo vi como raro, mientras maldecía lo que habíamos comido, sentía que me parecía al tío borracho en un sábado de carnaval, se pierden las funciones motoras, la visión, el equilibrio, se duerme la lengua, el cerebro se espanta y deja de comunicarse con la medula, cosa interesante, por que uno mismo se puede ver actuando así pero no se puede controlar, el piso se mueve y con el se mueve uno, y en ese instante llego la tormenta. Cada quien alucinaba, claramente recuerdo, que nos observaban entre las chozas, y que unos soldados o mercenarios armados hasta los dientes nos perseguían, el grito que di, fue tan gay que no me enorgullezco de eso, pero di el aviso de alarma, mis amigos que también estaban idiotizados corrieron conmigo, eso nos adentramos en la selva y ya anochecía, mientras corríamos gritábamos “nos hostigan, nos hostigan” “no somos guerrillos”, como a los 15 minutos dejamos de correr, y comenzamos a pensar “y si esos manes son guerrillos y creen que somos del ejercito” no recuerdo pero si se, que uno de nosotros se hecho a llorar por eso, y no falto el que alboroto mas el avispero diciendo que un tigre acechaba a cuanto turista incauto se atrevía a aventurarse en la selva , por mi lado trataba de controlarme, sabia que la traba tenia que ser buena para tenernos así como estábamos, pero las alucinaciones no se iban, las palmeras se tornaban en helicópteros, pero no sabia si era de rescate o si estaban en combate, mientras vomitaba de nuevo, decidí correr, correr hasta que las piernas no me dieran mas pero quería llegar cuanto antes al campamento, y lo hice no se de donde saque las fuerzas pero lo hice, mis amigos también lo hicieron corrimos, mantuvimos un completo silencio en la maratónica hazaña, pero al llegar al Cabo San Juan, nos tiramos en la playa a descansar y dejar que se pasara el viaje y a soñar que estaba en las islas griegas en un lujoso yate leyendo watchmen acompañado de dos actrices porno y disfrutando un buen filete mignon.
Despertamos casi al mismo tiempo, no hablamos de lo que paso, llegue al campamento y en el restaurante compre un desayuno con todos los juguetes, y sin acordarlo nos pusimos a trabajar como estaba planeado. Al tercer día, me encontré con el indígena que me dio la cocada, no le dije nada, el solo sonrío, me acerque y le pregunte si tenia mas cocadas de esas, me pregunto que si de verdad quería mas, y le respondí “estas loco, te estoy mamando gallo”.
Al llegar a Pueblito, de verdad no me pareció la gran cosa, pero era que no estaba concentrado, empecé a perder los cabales, me dieron ganas de vomitar, y tragaba sorbetones de ron para evitarlos, los sonidos iban y venían, sentía que todos me miraban y señalaban, algo raro estaba pasando, las ganas de vomitar no la podia evitar, los ojos me lagrimeaban a la vez que pensaba que era lo que ese indio hijueputa me había dado, la paranoia se apodero de mi “será que ese indio, pertenece a un cartel de trafico de órganos y me drogo para quitarme el riñón, los ojos…todo” o “me ira a vender a unos trastornados con sida para que me violen y quien sabe que degradaciones mas, me harían victima”. Uno de mis amigos me levanto y también lo vi como raro, mientras maldecía lo que habíamos comido, sentía que me parecía al tío borracho en un sábado de carnaval, se pierden las funciones motoras, la visión, el equilibrio, se duerme la lengua, el cerebro se espanta y deja de comunicarse con la medula, cosa interesante, por que uno mismo se puede ver actuando así pero no se puede controlar, el piso se mueve y con el se mueve uno, y en ese instante llego la tormenta. Cada quien alucinaba, claramente recuerdo, que nos observaban entre las chozas, y que unos soldados o mercenarios armados hasta los dientes nos perseguían, el grito que di, fue tan gay que no me enorgullezco de eso, pero di el aviso de alarma, mis amigos que también estaban idiotizados corrieron conmigo, eso nos adentramos en la selva y ya anochecía, mientras corríamos gritábamos “nos hostigan, nos hostigan” “no somos guerrillos”, como a los 15 minutos dejamos de correr, y comenzamos a pensar “y si esos manes son guerrillos y creen que somos del ejercito” no recuerdo pero si se, que uno de nosotros se hecho a llorar por eso, y no falto el que alboroto mas el avispero diciendo que un tigre acechaba a cuanto turista incauto se atrevía a aventurarse en la selva , por mi lado trataba de controlarme, sabia que la traba tenia que ser buena para tenernos así como estábamos, pero las alucinaciones no se iban, las palmeras se tornaban en helicópteros, pero no sabia si era de rescate o si estaban en combate, mientras vomitaba de nuevo, decidí correr, correr hasta que las piernas no me dieran mas pero quería llegar cuanto antes al campamento, y lo hice no se de donde saque las fuerzas pero lo hice, mis amigos también lo hicieron corrimos, mantuvimos un completo silencio en la maratónica hazaña, pero al llegar al Cabo San Juan, nos tiramos en la playa a descansar y dejar que se pasara el viaje y a soñar que estaba en las islas griegas en un lujoso yate leyendo watchmen acompañado de dos actrices porno y disfrutando un buen filete mignon.
Despertamos casi al mismo tiempo, no hablamos de lo que paso, llegue al campamento y en el restaurante compre un desayuno con todos los juguetes, y sin acordarlo nos pusimos a trabajar como estaba planeado. Al tercer día, me encontré con el indígena que me dio la cocada, no le dije nada, el solo sonrío, me acerque y le pregunte si tenia mas cocadas de esas, me pregunto que si de verdad quería mas, y le respondí “estas loco, te estoy mamando gallo”.
3 comentarios:
jajaja, en serio te paso?
"cosa interesante, por que uno mismo se puede ver actuando así pero no se puede controlar, el piso se mueve y con el se mueve uno, y en ese instante llego la tormenta. " Asi me siento cuando me paso de traguitos xD.
Debi estudiar Biologia en vez de Derecho, Doh!
saludos!
Por cierto...que cara de happy tienes en esa foto jaaajaja! andaaa!
y ese andaaaaa???
como asi???
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