Todos los años hacia mediados de noviembre, aparece el Almanaque Bristol de forma simultánea y como por arte de magia en semáforos, tiendas de barrio y casetas. Apenas sale, los fieles seguidores, generalmente, personas de bastante edad, interesados se agolpan en los expendios autorizados para conseguirlo y comenzar una vez más con una venta que no ha parado desde 1831 cuando la compañía norteamericana Murray & Lanman involucró a Colombia el producto de agua Florida.
Aquella empresita, que hoy en día se llama Lanman & Kemp-Barclay & Co. Inc., vende lociones desde el siglo XIX y desde entonces parece no haber cambiado las etiquetas de sus productos, las cuales lucen como réplicas del estilo romántico. Tampoco cambia la estrategia publicitaria, masiva, internacional, que ha aparecido anualmente de forma ininterrumpida durante casi dos siglos.
El Almanaque Bristol tiene un valor que se define con palabras de corte místico, oráculo, santoral, predicción, horóscopo. Todo acompañado de anuncios publicitarios que evocan los años 50 y las revistas que se leían en la época. No falta el humor fino en la ya tradicional "tragicomedia en ocho cuadros". Es una publicación tan auténtica que no ha cambiado de formato desde su nacimiento porque simplemente no lo necesita; el público la busca tal y como es, así como debe buscar en el mercado de granos o la plaza de San Nicoloas, los productos Murray & Lanman, tal y como son, con sus envases originales y su apariencia clasica.
Hoy en día la revista es consultada por personal de todos los estratos y procedencias, bien sea para saber cuál es la mejor época para cortarse el pelo o podar las matas, o para ubicarse en el transcurrir católico y ecuménico del año. Asi mismo, consultar el clima, y ver si de verdad atina este año para evitarnos tanta tragedia como en años anteriores.
3 comentarios:
Nunca había escuchado de el
Gracias por recordármelo, ya se me estaba acabando mi provisión de tricófero de Barry
Jaja, me has recordado lo de este almanaque, que en casa de mi abuela no falta todos los años. Y en efecto, tal como dices, las etiquetas de los productos que anuncian en el almanaque (por ejemplo el Agua Maravilla) no han cambiado desde que yo era chiquito. :-)
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